jueves, 19 de marzo de 2015
jueves, 12 de marzo de 2015
El Renacimiento
EL RENACIMIENTO
El Renacimiento significó un
cambio masivo en toda Europa. Delimitaremos las características del mismo: el
regreso a la cultura greco-romana, la ciudad de Florencia como cuna del
Renacimiento, las figuras destacadas como Leonardo Da Vinci, Rafael, Tiziano y
el arte renacentista. Los descubrimientos más importantes como la Imprenta, el
desarrollo de la nueva ciencia de la mano de Nicolás Copérnico, la “razón” como
premisa fundamental y el paso del teocentrismo al antropocentrismo.
1.-
EL MONISMO PRECRISTIANO.
El
poder político absorbe todos los poderes, también el poder religioso.
Roma
convive con un politeísmo de todos los dioses de todos los que residían o
vivían en Roma (se dice que pasaban de 30.000). No sólo la mitología romana. Se
ha dicho que “en Roma era más fácil encontrar a un dios que a un hombre”. Pero
convivían con toda normalidad.
Politeísmo
muy contrario al monoteísmo practicado por hebreos y cristianos, por lo que el
choque es inevitable,
El
Emperador es no sólo el “Pontifex maximus” (etimológicamente “el mayor
constructor de puentes”. Dicho nombre pasará, y aún sigue aplicándoselo la
Iglesia a la máxima autoridad, al Papa, aunque, en este caso, es un “puente
entre el hombre y Dios”, un puente vertical) es que, además, será divinizado,
como un dios más. Y toda divinidad reclama adoración.
Los
cristianos, como cualquier ciudadano romano, obedece al por civil, pero eso
solo no era lo que el Emperador reclamaba, exigía adoración, como dios, algo no
reconocido por los monoteístas (hebreos y cristianos), cosa que no era problema
para los paganos
Los
cristianos, pues, serán considerados ateos y el cristianismo como “secta
ilícita”, fuera de la ley, a pesar de ser una comunidad religiosa de las más
pacíficas, pero –se dijo- que no adorar al Emperador era negarse a someterse al
Estado, para el que la religión sólo era un instrumento. Y los cristianos ponían
a Cristo por encima del César.
Los
cristianos reclaman la puesta en práctica del principio: “Dar al César lo que
es del César (que ellos lo cumplían) y a Dios lo que es de Dios (que no lo
cumplían, según los emperadores, puesto que no admitían la divinidad imperial),
pero como para los romanos el César también era dios, lo que pedían los
cristianos-hebreos era algo contradictorio.
Tertuliano,
tan fogoso siempre, fue más lejos, proclamando que el deber del cristiano era,
precisamente, desobedecer tal ley romana.
Comenzarán,
pues, las persecuciones, desde la primera, la de Nerón, hasta la última, la de
Diocleciano.
Pero
los cristianos aumentaban en número (y me vienen a la mente “los Hermanos
Musulmanes”) y su conducta se hacía notar en la población, engendrando
desconfianza, así que comenzaron los bulos contra el cristianismo (que si
exorcismos y magias, que si bebían sangre romana, que si traían mal de ojo…) y,
naturalmente, cuando ocurría una calamidad (terremotos, epidemias, sequías,…)
se la cargaban a los cristianos, al ser la indignación de los dioses la
causante de las calamidades. Si ellos no los cabreasen….
El
siguiente paso de la comunidad cristiana, cada vez mayor, y que se sentía más
fuerte, fue no sólo calificar a Roma de “Nueva Babilonia”, propugnando su
destrucción, sino que afirmaba que el servicio militar era incompatible con su
fe.
Roma
ya no sólo tenía enemigos en el exterior, también en el interior.
Las
persecuciones serían un fracaso porque, entre otras cosas, Tertuliano afirmaba
(lo que sería frontispicio): “la sangre de los mártires es semilla de
cristianos”
El
último perseguidor, Diocleciano, un día que estaba oficiando como Pontífice
Máximo, los cristianos que lo rodeaban hicieron la señal de la cruz.
Azotes,
iglesias cristianas arrasadas, sus bienes confiscados, libros quemados, adeptos
muertos,….
Ni
esto los arredró sino que, además, difundieron el convencimiento de que el
Señor hacía insensible el sufrimiento de quienes lo afrontaban en su nombre y
que les abría, de par en par, las puertas del cielo (y me vienen a la mente la
actualidad de los suicidas/terroristas musulmanes a los que les esperan un
montón de huríes, esperando ser desfloradas y ellas, eternamente vírgenes).
El
cambio de política, pues, ante el fracaso de las persecuciones, sería el 311,
con el Edicto de Milán y la aprobación de la tolerancia religiosa.
Y
más aún cuando el 380, Teodosio (último Emperador de TODO el Imperio Romano)
declaró al cristianismo como religión oficial del Imperio, acabando con el apoyo
del Estado a la religión romana tradicional y prohibiendo la adoración pública
de los antiguos dioses.
El
Cristianismo (que se fue constituyendo como religión durante los primeros
siglos convulsos y que es muy posterior y poco tuvo que ver con Cristo, a no
ser el “nombre”), que surgió en y durante el Imperio Romano, legítimo
detentador del poder político y religioso, con una religión oficial romana, con
base en la Mitología, tras las persecuciones,…. llega a conseguir el triunfo y,
de iglesia perseguida, a única iglesia oficial y, por tanto, perseguidora.
2.-
DUALISMO DE COEXISTENCIA.
Constantino,
convencido de la superior moralidad de los cristianos, de la decencia de sus
vidas, en un Imperio que, moralmente, era inmoral, con la paciencia y la
disciplina como virtudes,… ¿por qué no sustituir a los viejos y corruptos
burócratas por los obispos, que demuestran pertenecer a una clase dirigente
mejor?
Constantino
comenzó reconociendo a los obispos competencias de jueces en sus
circunscripciones y diócesis (San Agustín ejerció, también de juez en su
diócesis).
Después
los eximió de impuestos los bienes de la Iglesia y, al final, anularía el
Edicto de Milán, que garantizaba todas las religiones, en pie de igualdad, para
reconocer la primacía de la católica...
Constantino
obraba más como Papa que como Rey, convocando concilios ecuménicos, entre ellos
el de Nicea, con fondos del Estado.
Hizo
de mediador entre Arrio y el obispo que lo había excomulgado y, en general,
siempre mediaba entre los contendientes.
Y
luego lo de “in hoc signo vinces”, en su bandera. Pero fue un gran general, un
sagaz administrador, un hombre de Estado,…y llevó al cristianismo, de una secta
perseguida a religión “perseguidora”.
Muy
bien lo expone San Agustín en su “De civitate Dei”. Las dos ciudades, la
terrena y la celestial, esta vida y preparación para la otra vida, el Emperador
y el Papa, PERO….cuando choquen sus intereses el alma prevalece sobre el
cuerpo, como Dios y el Papa (su vicario en la tierra) sobre el Emperador.
Superioridad del poder espiritual sobre el poder temporal
Toda
desviación de la ortodoxia oficial será considerada “herejía” (desviación) y,
por lo tanto, falsa, “prohibenda et condenanda”.
Pero
ese Dualismo de Coexistencia (las dos jerarquías, el “Cesaropapismo”) también
implicaba la intervención de los emperadores en asuntos eclesiásticos (nombrar
cargos, convocar Concilios, hasta promulgar cuestiones dogmáticas).
Fue
el Papa Gelasio I, siglo V, con su “Teoría de las dos espadas”: “Dos son los poderes
por los que se rige el mundo: el de los Obispos y el de los Reyes, PERO….” y
fue el que estableció el dualismo cristiano, con dos poderes diferenciados y
mutuo reconocimiento: el poder de la Iglesia sobre los hombres, en cuanto
“creyentes” y el poder del Estado sobre TODOS los hombres, en cuanto
ciudadanos.
Con
la invasión de los bárbaros Roma, que ya estaba descompuesta, se descompuso aún
más, y no supo reaccionar, pero quien estaba perfectamente organizada era la
Iglesia, que aprovechó la ocasión.
La
Iglesia llenó el vacío de poder y de la cultura durante la Alta Edad Media.
Sus
cometidos y responsabilidades eran las propias de los señores feudales pero,
teóricamente, sometidos al Emperador.
Poco
a poco pedirán la independencia y la libertad de tutela de los emperadores.
Con
la coronación de Carlomagno como Emperador de Occidente (año 900) se revive la
idea de “Imperio Romano” (de Occidente. El de Oriente, con
Constantinopla/Bizancio como capital, iba a su aire, independiente de Roma, con
sus Patriarcas y su “religión ortodoxa).
El
Papa y el Emperador eran las dos figuras supremas del orden social, con dos
funciones distintas, en ambos órdenes, secular-temporal y espiritual.
Pero
el Papado, ateniéndose al texto de San Pablo de que “Todo poder proviene de
Dios” y que el Papa es su Vicario y la Iglesia la depositaria, en la tierra,
tendría que dar el “visto bueno” a la coronación como emperador, para poder ser
considerado legítimo y siendo, desde ese momento una de las misiones del
Emperador “defender y proteger” a la Iglesia y a la fe cristiana, incluso
persiguiendo a sus enemigos allí donde se encuentren.
Así,
del Dualismo de Coexistencia se pasa al
3.-
DUALISMO SUBORDINACIONISTA
Toda
la Edad Media viene traspasada por este esquema, con la preeminencia del poder
espiritual respecto al poder temporal o civil.
Tanta
es la compenetración Cristianismo-Sociedad que tendría que haber choques (y los
hubo) entre ambos.
Por
si ello fuera poco la Iglesia esgrimía un documento, el de “La donación de Constantino”,
por el que los pontífices vienen legitimados a una misión secular y temporal en
sus Estados Pontificios.
El
conflicto surgirá en el siglo XI, con la querella de “las Investiduras”, en que
se enfrentarán Enrique IV de Alemania y el Papa Gregorio VII.
El
Papa tenía que batallar en los dos frentes: en el interior, con la corrupción
del clero, y en el exterior, con las pretensiones del Emperador germánico.
(La
excomunión, el desconcierto de los fieles, obligados a no obedecer a un Rey
excomulgado, la indefensión del rey ante sus súbditos, la peregrinación a
Canosa para pedir perdón y que se le levantara la excomunión,…..)
Mientras
en Oriente sigue el “cesaropapismo” en Occidente se impuso el “hierocratismo”,
llegando a su plenitud en el XII y XIII.
Supremacía
del Pontificado. La Iglesia podía intervenir en asuntos de Estado por la
“Potestad indirecta “ratione peccati”.
Terminará
con el Concordato de Worm (1.122), por el que el Emperador renuncia a nombrar
cargos eclesiásticos.
4.-
DUALISMO TEOCRÁTICO.
La
Iglesia acepta el dualismo de poderes, la independencia del poder civil
PERO…reivindicando la potestad “indirecta” del Papa “in temporalibus”, lo que
fundamentaba el Derecho de Traslación, es decir, poder transferir el Imperio a
otra persona o a otro pueblo cuando los electores no eligieran un candidato
digno, o cuando el Emperador no cumpliera su obligación de proteger y defender
a la Iglesia o en el caso de perseguirla y atacarla.
Llegó
aún más lejos ante/con Federico II al proclamar la teocracia plena
reivindicando la “plenitudo potestatis” en todos los dominios.
Era
Papa Inocencio III, que se consideraba “Emperador espiritual de la
Cristiandad”.
Tiene,
pues, Derecho a examinar y a aprobar a la persona elegida para ocupar el
Imperio.
El Emperador
recibe del Pontífice la unción, la consagración y la corona.
Pero
cuando, en la baja Edad Media, empieza a conocerse el Derecho Romano y,
después, La Política de Aristóteles, los partidarios de Federico II
(averroístas) vuelven a la carga con el objetivo de conseguir la separación de
poderes y la secularización completa del poder político.
Posteriormente
el conflicto será entre Felipe el Hermoso y Bonifacio VIII, entre los legistas
reales y los canonistas pontificios, y la teocracia se atenúa.
Y
después llegará Luis de Baviera y Juan XXII, acentuándose, cada vez más, la
tendencia laicista.
La
crisis llegaría por el desprestigio del Papado y el reforzamiento del poder de
los príncipes, ya en el siglo XIV y XV, donde van consolidándose las monarquías
absolutas o estados modernos.
También
la llegada de la Reforma Protestante (Lutero y Calvino), contra el Papado, fue
un apoyo indirecto a los príncipes.
Allí
estaría Guillermo de Ockham (Occam) y Marsilio de Padua, el “defensor pacis”,
atacando a la supremacía pontificia y defendiendo la autonomía del poder civil
como un estado organizado, con fines y medios propios, libre de toda
intervención exterior, ajena.
De
Marsilio de Padua se derivan las teorías democráticas y naturalistas del
Renacimiento.
La
ola sigue con las guerras de religión (católicos vs protestantes) llegando a la
Paz de Westfalia (1.648) con el principio “cuius regio eius religio”, es decir,
cada príncipe puede imponer su religión a sus propios súbditos, prohibiendo
todas las demás, constituyendo “estados confesionales”, lo que conlleva, muchas
veces, “intolerancia religiosa”.
En
las Monarquías Absolutas Católicas, teóricamente, se instala el dualismo de
poderes pero, realmente, el poder civil controla la vida de la Iglesia.
Es
el sistema denominado “regalismo”, es decir, Derecho divino del poder real y de
aquí la intervención del monarca en asuntos de la Iglesia (nombramiento de obispos,
el “pase regio” (ningún documento procedente de la curia romana podría
publicarse o ejecutarse en el reino, sin el Visto Bueno del Rey), poder someter
a juicio de los tribunales del Rey las sentencias de los tribunales
eclesiásticos,…)
Este movimiento que
comenzó en Italia y se expandió por toda Europa en el siglo XV, impulsó un
renovado interés en el saber y los valores clásicos.
Inspirados en las
antiguas culturas de Grecia y Roma, los artistas del Renacimiento crearon sus
obras basadas en la observación del mundo visible aplicando en sus pinturas y
esculturas los principios matemáticos de equilibrio, armonía y perspectiva.
En el ámbito de las letras,
los humanistas rechazaron la ortodoxia religiosa, a favor del estudio de la
naturaleza humana y surgieron obras que pusieron en evidencia las complejidades
del carácter humano.FUENTES:
-www.maximogris.net
-Cloulas, Iván. Los Borgia: Fama e infamia en el renacimiento. Vergara, 2003.
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